lunes, 30 de julio de 2007

Tiempo...

He visto al tiempo
Cambiar de colores
Vi a los hombres
Cambiar de ilusiones

No era más que el tiempo
Fueron solo hombres

Flacos barbudos
Buenos señores
Otros pelados
Fiacas ladrones

No era mas que el tiempo
Eran solo hombres

Qué diría la gente
Cuando salga el sol
Cuando se ilumine
El mundo de hoy.
Cuando alumbre el cielo
Con nuevas razones
Pensarán acaso
Son pocos valores
Los q no sucumben
Las viejas posturas
Son solo fracaso

Mira el mundo que hacen tus manos
Velo y comprende pues no todo es malo
Cambia tus ojos convéncete hoy
Ni tus razones marcan camino
Ni tus ideas señalan destino.


P.A.S. 1973

lunes, 16 de julio de 2007

¡Encantado!

Esto me remonta a la vez en la que caminé tan lento como pude. Es sentir que ya no podés retardar más los reflejos e impulsos, sentís que en cualquier momento se va a caer un brazo empezando por los hombros. ¡Ay! Se está tan sensible en momentos flemáticos que hasta se puede sentir el crujido de tu articulación, la cápsula sinovial adquiriendo otra anatomía para dejar al movimiento nacer, todo absolutamente preparado para gastar aun más ATP. Llegaste al punto donde se ejerce en contra de la voluntad física, sacás fuerzas de donde no tenés para no gastar la fuerza que se te están regalando. Lo siento pero defraudaste a tu cuerpo y él se las va a ver contigo. Esperó inquieto la vuelta de un raudo movimiento lo que logró por sacarlo de su cabal y te va pellizcar con ganas, hasta tu musculatura extrínseca. En fin, aprendiste al cabo de unos segundos lo difícil que es quedarse quieto pero ya se te hizo cómoda la posición y ahora hay que tratar de salir de ésta. Lo siento, no confío en que la complexión ayude.

miércoles, 4 de julio de 2007

Del alba y alma.

Así fue como noté lo tarde que llegan las noticias al corazón.
Seguramente mi cuerpo se había enterado en el instante que la puerta se cerró, dejándolo solo en un living donde el silencio daba lugar a la respiración de un gato y los rayos matinales de octubre pintaban el aire en escala de rojos y como si el mundo entero se hubiera percatado de tal suceso, las persianas comenzaron a cerrarse dándole música al entierro de mis ojos en lágrimas (creo que permanecí estática durante las largaras horas que duró un minuto). Durante todo el día temí ante la presencia de los adultos que se ahorraban abrazos con proposiciones chamuscadas y entonadoras del fatal hecho. De esa manera mi postura propuso no sollozar ni hablar. Una pequeña con ya una docena de años sobre su columna, no podía dar la nota.
-¡Ahí está! Es hora de que te despidas de él.- vociferaban los muy sabios.
En cada crepúsculo que me levanta sigo hablando con él. Nadie logró convencerme de los beneficios que pueden llegar a cargar a una despedida. Ellos pensaban: “un hippie menos, un borracho menos, un cantante menos, un poeta menos, un guitarrista menos, un hombre menos, un amigo menos…” A mí siempre me sigue.

martes, 3 de julio de 2007

A mi pesar...

Una vez me detuve en la mirada de aquel que quería atisbarme; pero no se animaba.
En movimientos provocados por el hacinado vehículo, mis desesperadas manos (tratando de arrebatar un aro), coincidieron con las suyas. Desabridas por años de amor; pero suaves por miedo a no ser acepadas rechazaron, como por reflejo, la compañía de mis amargas huellas. Ese instante les avisó a mis pequeños destellados que se atrevieran y se enfocaran en sus aguados. Paredones de hierro se cruzaron en cuestión de milisegundos y ahí perdí ese encantado hastío que quise sanar. En el resto del trayecto y cada vez que una luz verde tocaba mi hombro, me arrimaba a perseguir su mirada. Por momentos dicha persecución se parangonaba con la de un juego infantil sin perder la calma del mar. Pasadas las cuadras que correspondían a mi destino me bajé sin confiar en el más débil silbido de su retina. Así emprendieron mis fanales un camino redondo a una tristeza sin razón. Ofendidos están de haber sido sorteados por aquellos tímidos y quejumbrosos que pidieron la compañía de un lamento hermano.

lunes, 2 de julio de 2007

Palabras de amor

Este sujeto que, como anuncio de aprecio me enreda de agrios adjetivos y sustantivos que articulan grandes insultos, dice sentir amor por mi.
"Gorda chancha", esa es su nueva visión de halago. ¿Acaso eso es amor? ¿Defenestrar mi imagen y lo que es aún mucho peor, divulgar ese aspecto (o mirada subjetiva) sobre mi apariencia? Es decir, acaba de llamarme cochina ¡Y CON SOBREPESO! Yo como una ilusa tratando de acrecentar mi figura después de que la semana pasada me agredió tildándome de insulsa y pequeña (dijo muy claramente que era una "semillita de kiwi"), viene ahora a marcarme como un ser humano que se asemeja a un puerco al que los colgajos terminarán por asfixiar. Y no me olvido de aquel año en el que en un asado, donde lo presenté con mis abuelos maternos y mis 5 tías con sus respectivas hijas, en su afán de endulzar mis oídos no hizo mas que avergonzarme frente a todo un batallón de mujeres (cuya competitividad supera mis límites abismalmente) llamándome "bichito"!¡Frente a toda mi familia! Y menos mal que no se le ocurrió aclarar que clase de insecto soy para él. “Gusanito”, el más arrastrado, insípido y baboso carroñero y símil esclavo que descompone y compone al antojo de la naturaleza. Fui, en ese entones su larva, su parásito para pasar a ser un animal sucio y glotón, sin olvidar que también fui un grano atorador.
Y dicen que el amor es ciego...yo creo que así debe ser. El nuestro, entre otros, debe ser amor sordo. Pese a todo, él es mi ballenita con patas.