miércoles, 4 de julio de 2007

Del alba y alma.

Así fue como noté lo tarde que llegan las noticias al corazón.
Seguramente mi cuerpo se había enterado en el instante que la puerta se cerró, dejándolo solo en un living donde el silencio daba lugar a la respiración de un gato y los rayos matinales de octubre pintaban el aire en escala de rojos y como si el mundo entero se hubiera percatado de tal suceso, las persianas comenzaron a cerrarse dándole música al entierro de mis ojos en lágrimas (creo que permanecí estática durante las largaras horas que duró un minuto). Durante todo el día temí ante la presencia de los adultos que se ahorraban abrazos con proposiciones chamuscadas y entonadoras del fatal hecho. De esa manera mi postura propuso no sollozar ni hablar. Una pequeña con ya una docena de años sobre su columna, no podía dar la nota.
-¡Ahí está! Es hora de que te despidas de él.- vociferaban los muy sabios.
En cada crepúsculo que me levanta sigo hablando con él. Nadie logró convencerme de los beneficios que pueden llegar a cargar a una despedida. Ellos pensaban: “un hippie menos, un borracho menos, un cantante menos, un poeta menos, un guitarrista menos, un hombre menos, un amigo menos…” A mí siempre me sigue.

3 comentarios:

Bárbara dijo...

"Nadie logró convencerme de los beneficios que pueden llegar a cargar a una despedida" esta frase me hizo detenerme y releerla incansablemente para terminar por concluir que es sublime.
Creo que esto me está ayudando a conocerte un poquito más, o al menos de otra forma que también me maravilla.
Me despido
ansiosa por verla este sábado.

michicledemelon dijo...

ami.
te banco.
te sigo.
de cerca.

sabelo.

michicledemelon dijo...

ah.soy car.